Poeta y editora

41 años

En 2005, Claudia me hizo un regalo que habría de marcar nuestras vidas: Un cuarto propio de la escritora inglesa Virginia Woolf. “Tienes que leerlo”, me dijo.

No fue sino hasta hace unos cuantos años que ese libro cobró su verdadero sentido en mi vida. El cuarto propio de la Woolf es un lugar físico, pero es también un espacio mental y emocional para la escritura.

Berrueto me había regalado la posibilidad de ser y de estar en el mundo como una mujer que escribe. Ella es siempre la posibilidad del poema y de la poesía. Sus ojos son enormes porque poseen la capacidad de mostrar una realidad: la de su poesía, la de ese universo único sesgado por su mirada.

Su legado poético rompe las fronteras de la página y nos une más allá de ésta. Mientras miramos. Mientras vivimos. Ella es un cuarto propio para las otras mujeres que escribimos. En ese cuarto uno elige quedarse por convicción, por amor a la palabra que esta poeta saltillense nos devuelve transformada y bendecida.

POR GABRIELA AGUIRRE, ESCRITORA Y AMIGA