Dueña de Las Delicias de Mi General
47 años
Mujer de barro quebrada por la violencia hasta quedar arcilla. Con cada lágrima, el barro volvió a ser barro y ella su propia alfarera.
Ni ella imaginaba lo que sus manos podrían forjar. Sin verdugo, sin trabajo, con tres hijos en casa, 600 pesos en la bolsa y un anafre, se levantó.
Así llegó un día a la esquina de la calle Bravo y De la Fuente en Saltillo, dispuesta a todo para embrujar con quesillo y nixtamal a todo aquel que pasara.
De la infancia cruda que vivió entre Oaxaca y el Distrito Federal, se había quedado con lo mejor, los sabores y recetas de la cocina de su abuela, el olor a hierbas aromáticas y especies del mercado y la sazón de los puestos humeantes al amanecer.
Hecha de estos recuerdos y pasada por fuego, hoy es dueña y generala de su propio milagro, un restaurante de comida mexicana que tiene un ingrediente especial que no tiene ninguno: el corazón y la sazón de una mujer apasionada que nunca se dará por vencida.
POR KOWANIN SILVA, EDITORA