Soprano

35 años

Alejandra ha sorteado obstáculos para obtener lo que desea: desde una presentación en Bellas Artes hasta el perfeccionamiento incesante de su técnica vocal. Sabe que sin técnica no hay arte y el suyo es uno bien consolidado.

Alejandra no solo vive satisfecha de rendir tributo a la música con su voz, sino que a quienes la hemos escuchado nos hace partícipes de ese abandono al arte, a la expresión de las melodías eternas.

Vibrar con ella cuando interpreta a la Mimí de Puccini nos conmueve no solo de manera emocional, sino física. La potencia de su voz nos trastorna desde las células.

Así nos divertimos con ella cuando su Adina, de L’elisir d’amore, es coqueta y pícara con Nemorino. No hay más que dejarse embelesar por la belleza de su voz, por su capacidad de despertar emociones en nosotros.

Alejandra nos canta desde el corazón, nos dice que nada en la vida vale si no nos arrojamos y entregamos a lo que amamos.

POR JOEL ALMAGUER, AMIGO